A finales del siglo XIX y a comienzos
del XX, los contrabandistas de todo el país, se inventaron todo tipo de
historias y de leyendas de espantos, en algunas zonas y regiones, haciendo que
los pobladores cogieran miedo y no pasaran, a ciertas horas, por esos espacios.
Consiguiendo con esto, los mafiosos de esa época, poder traficar bebidas y
tabaco, por esas grandes áreas, sin ser descubiertos, pues las personas se
llenaban de pánico ante la aparición de cualquier figura demoniaca que los atemorizara.
En nuestra época actual, no se están
utilizando espantos, pero se está recurriendo a espectáculos mucho más
comprometedores, delicados y nocivos. Es así como el gobierno nacional, en
cabeza del Presidente Santos, ha venido tendiendo una cortina de humo, en todo
el país, con el falto de contenido social Proceso de Paz, mientras al pueblo
colombiano le ha declarado la guerra más fratricida de los últimos tiempos. Por
un lado, extiende diálogos con una subversión permeada por la oligarquía
nacional, mientras por el otro, propone y aprueba las medidas que descomponen
el accionar pacifico pretendido de los ciudadanos.
Después de la constitución de 1991, el
país parecía haber ingresado en los senderos más exitosos, según la opinión de
múltiples eruditos en la materia. No obstante esto, los gobiernos entraron a
ejercer la verdadera realidad para lo que fue aprobada: la cesión de nuestra
infraestructura. Con la apertura económica se condenó a la quiebra a nuestras
boyantes empresas; con la seguridad democrática se cometieron todo tipo de
crímenes, falsos positivos y entregas de nuestro patrimonio público; y con el
proceso de paz, se acentúa todo lo anterior, pero con énfasis en terminar de
regalar todo lo estratégico de nuestra nación, en cuanto a bienes y recursos
naturales, concentrados en la minería y en los activos territoriales.
La entrega de ISAGEN, acción que ha
generado, con toda razón, el rechazo más vehemente de todo el pueblo
colombiano; la aprobación de licencias mineras, en un crecimiento exponencial
infinito; la concesión de territorios a extranjeros, bajo la falaz restitución
de tierras; el regalo de UNE EPM Telecomunicaciones S.A., que pareciera no
tener significado estratégico, porque a muy pocos les ha dolido, al no haberse
creado un sentimiento nacional, son el reflejo fiel de la farsa en que se nos
ha querido involucrar a los conciudadanos que tenemos un concepto claro de las
reales soluciones que requiere nuestro estado.
Las decisiones que se han venido
tomando, y que perjudican el desarrollo sostenible del campo y la industria
pública, incluso la privada, del país, no son medidas para solucionar las
crisis que atravesamos, por el contrario, son el certificado que corrobora que
el llamado es al desorden, a la iniquidad y a la violencia más fratricida del
comienzo de siglo. El pueblo colombiano debe
saber resolver la pregunta ¿Paz o
Guerra?, de ello dependerá que el futuro de nuestro país se encause por los
senderos que verdaderamente le convienen, y no por el que le interesa a los
apátridas y traidores que circundan la política nacional.
“Existirá
cultura de la paz cuando las figuras públicas favorables a la cultura de la
violencia se den cuenta de que las guerras engendran sociedades belicistas”
Cora Weiss
JUNTA
DIRECTIVA
UNIGEEP
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