MOVIMIENTO
CÍVICO
DE MEDELLÍN
Y
EL ÁREA METROPOLITANA
HOY EXISTEN MÁS RAZONES PARA
CONVOCAR UNA ASAMBLEA NACIONAL CONSTITUYENTE, QUE HACE 26 AÑOS
Por:
Gonzalo Álvarez
Henao
Qué difícil resulta para los colombianos
ponernos de acuerdo, y de manera mancomunada encontrar soluciones a los graves
problemas que aquejan al país. Lo que hoy debería ser un propósito nacional, la
convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, con el fin de que se ocupe
de los cambios estructurales que se requieren y para que expida una nueva
constitución, pues la que tenemos es una verdadera colcha de retazos, por el
número considerable de reformas que ha sufrido, no para mejorarla sino para
frenar los avances positivos.
La gran dificultad es que cada sector
interesado en convocarla enarbola sus
propuestas personalísimas y tiene sus propias conveniencias, como por
ejemplo: el Uribismo se inventa cualquier pretexto para proponer la
convocatoria de la Asamblea Nacional Constituyente, pero su propósito no es
buscar los cambios que necesita Colombia, sino para conseguir que su jefe pueda
llegar de nuevo a la presidencia; los negociadores en la Habana de las Farc,
ponen el énfasis en la refrendación de los acuerdos; y otros
sectores justifican un llamado de este tipo, únicamente para reformar la
justicias.
Hoy se ponen sobre el tapete de la discusión,
algunos temas que guardan relación con los que motivaron la convocatoria de la
constituyente del 91. Pero el argumento de fondo, el responsable de todos los
males que aquejan a la nación colombiana, como lo es el régimen presidencialista,
derivado de las excesivas funciones del Presidente de la República consagradas
en los artículos 189, 296 y 350 de la Constitución Política, no está en la
agenda de muchos de los promotores de la idea.
En este, que es el primero de varios artículos
que pienso escribir sobre el tema, me ocuparé de algunos antecedentes
históricos y políticos, y de las motivaciones que se tuvieron en la cuenta para
convocar la Asamblea Nacional Constituyente, que dio origen a la Constitución
de 1.991, pues con sobrada razón se ha dicho, que quien desconoce la historia
está condenado a repetirla.
A finales de la década de los 80, Colombia
fue estremecida por los magnicidios, de JAIME PARDO LEAL y de LUIS CARLOS GALAN
SARMIENTO, que sumados a la corrupción y el desprestigio del congreso,
originados en el clientelismo y los llamados auxilios parlamentarios, los
intentos fracasados de adelantar unas reformas constitucionales, motivaron a
algunos sectores políticos desde el campo de la izquierda a promover la idea de
convocar a una Asamblea Nacional Constituyente; pero fue finalmente un grupo de
estudiantes de diversas universidades, los que en un principio lideraron la
convocatoria, con la denominada séptima papeleta, para que Colombia fuera
gobernada por la moral, la justicia integral sobre la base de los principios
democráticos y el respeto a la dignidad humana, el progreso, la paz y la autodeterminación,
y le propusieron al pueblo que se manifestara de acuerdo con los siguientes
puntos:
1º Eliminación de los auxilios parlamentarios.
2º La convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente
que se pronunciara sobre las siguientes reformas a la
Constitución.
a) Reforma del
Congreso.
b) Reforma de régimen
de los derechos civiles humanos y las garantías sociales.
c) Reforma de la
administración de justicia.
d) Reglamentación de
los estados de excepción (estado de sitio y emergencia económica)
e) Reforma de los
mecanismos de planificación de la economía.
f) Ampliación de los
mecanismos de descentralización administrativa, y
g) Definición de los
mecanismos de la reforma de la Constitución.
El lema que adoptaron fue: “Todavía podemos
salvar a Colombia”. Esta iniciativa liderada por un amplio sector del
estudiantado, sectores sociales y políticos, fue tomada por asalto por el
Presidente de República de esa época César Gaviria Trujillo, y con el concurso
del Partido Liberal, del Partido Conservador, del Movimiento de Salvación
Nacional y del M 19, a espaldas de los estudiantes y del pueblo, suscribieron
un acuerdo político el 2 de agosto de 1990, para convocar una Asamblea Nacional
Constituyente.
La situación hoy es mucho más grave que
la que se vivió en los años 1988, 1989 y 1990, período en el cual se asesinó a
cuatro candidatos presidenciales. En estos momentos no estamos en
presencia del asesinato de destacados dirigentes políticos, pero sí de más de
cuatro millones de desplazados, de miles de desaparecidos, de un país
convertido en un cementerio por la cantidad de fosas comunes existentes a lo
largo y ancho del territorio nacional, asesinatos selectivos, masacres,
secuestros, y la doble tributación que forzosamente tienen que pagar los
ciudadanos: una al estado legalmente reconocido, y la otra al estado que
funciona paralelamente y que cobra el tributo conocido como las vacunas.
El paramilitarismo tenía una fuerte presencia
en la zona rural, hoy controla, en buena medida, las grandes ciudades del país.
Este hecho sumado a la crisis institucional, puesto que ninguna de las ramas
del poder público goza de la confianza de los ciudadanos por el grado de
desprestigio alcanzado, con la polarización del país y el alto grado de
corrupción, son las razones que justifican la convocatoria de una Asamblea
Nacional Constituyente.
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