Buscar este blog

miércoles, 6 de julio de 2016

EL RESULTADO DE LA FIRMA DE LOS ACUERDOS DE LA HABANA, NO PUEDE QUEDAR SOLAMENTE EN MANOS DEL GOBIERNO Y DE LAS FARC. EL PUEBLO TIENE QUE SER PROTAGONISTA EN LA CONSTRUCCIÓN DE LA PAZ

MOVIMIENTO CÍVICO
DE MEDELLÍN                       
Y EL ÁREA METROPOLITANA


El resultado de la firma de los acuerdos de la Habana, no puede quedar solamente en manos del Gobierno y de las Farc. El pueblo tiene que ser protagonista en la construcción de la Paz



Por: 

GONZALO ÁLVAREZ HENAO 

La firma en la Habana del acuerdo del cese al fuego bilateral, entre el Gobierno de Santos y las Farc, es el acontecimiento político más trascendental de los últimos tiempos en Colombia, y una contribución gigantesca a la elevación  del nivel de la cultura política del pueblo, habida cuenta del  intenso debate que se ha suscitado entre los partidarios y los enemigos de la paz, puesto que la guerra beneficia a los fabricantes de armas y a los que manejan negocios obscuros, pues el fragor de la confrontación permite el florecimiento del narcotráfico y de la corrupción. En un país en paz los recursos se pueden destinar para satisfacer las necesidades más apremiantes de la población, y los flagelos del narcotráfico y de la corrupción, son más fáciles de controlar.

Al igual que muchos colombianos, valoro positivamente la firma de los acuerdos que permiten un cese al fuego bilateral y que ponen fin a las hostilidades, porque contribuyen al sello definitivo del proceso de negociación y a la búsqueda de la paz, tan escasa y tan difícil de conseguir, por las desigualdades tan marcadas que existen en nuestro país.  

La mayoría de los colombianos están cansados de la guerra, por el dolor y el sufrimiento que genera, pero hay que decir que también están asqueados con la forma como se ha gobernado este país, puesto que el modelo presidencialista, arraigado en la Constitución del 91, cuyos efectos generan el caos institucional, es el que mantiene de rodillas a los congresistas esperando lo que hoy denominan, la mermelada y a algunos jueces esperando prebendas personales. Esto debido a la falta de pesos y contrapesos, habida cuenta que las otras ramas del poder público se encuentran sometidas al ejecutivo, por el exagerado poder concentrado en manos del presidente.

La falta de pesos y contrapesos es una de las causas de la descomunal violencia que vive el país, junto con el aterrador cáncer de la corrupción que invade todo el cuerpo de la nación, y el presidente debe combatirles con hechos reales y no con palabras. De acuerdo con esto, es indiscutible que El Congreso y la Rama Judicial, están inmersos en su propia descomposición.

La firma de los acuerdos por sí solos, no garantizan la paz, esta hay que construirla, día a día, trabajando por cambios profundos en lo económico, en lo político y en lo social, y tanto el Gobierno como el Congreso, han demostrado su incapacidad para liderarlos y sacarlos adelante. Del actual Congreso no podemos esperar una transformación política, en la que se aborden temas como el desmonte del régimen presidencialista, una reforma del parlamento, una autentica separación de poderes,  un poder electoral independiente y un estatuto de la oposición.

El debate apenas empieza, porque muchos ciudadanos hablan de paz, pero no están dispuestos a ceder ningún privilegio; quieren la paz, pero sin que les cueste nada. Con el actual modelo económico y con la estructura política existente, es imposible conseguir los cambios que requiere el país. Aquí no se trata de un simple maquillaje del sistema, ni de pequeñas reformas, sino de transformaciones de fondo que sólo se pueden lograr con la convocatoria de una Asamblea Nacional Constituyente, que le entregue al país una nueva Constitución.  Sobre este tema, resulta oportuno traer a colación lo dicho por el teórico Italiano Norberto Bobbio, cuando dijo:

 “La constitución es responsable sólo en parte de la manera en que está gobernado un país, y por lo tanto sirve poco o nada verter lágrimas sobre la constitución no aplicada o traicionada, o bien hacer reformas o retoques constitucionales con la ilusión de que bastará cambiar el traje para cambiar la índole de lo que lleva”

Este debate, que reitero apenas comienza, tiene que servir no para lanzar gritos de júbilo y aplausos, sino para que desde el campo de la izquierda y de los sectores democráticos, nos hagamos una profunda autocritica, por la incapacidad que hemos tenido para forjar la unidad, para impedir que este país transitara por esta senda tan absurda y obscura.


Para publicar o ver comentarios haga clic en “comentarios” en la parte inferior de éste artículo

No hay comentarios: