Todos los colombianos y gran parte del
mundo, han sido testigos fieles y de primer orden de la cantidad de
decapitaciones a punta de motosierras, de las múltiples desapariciones, de las
fosas comunes, de los hornos crematorios, de los enormes grupos humanos
desplazados, de los campesinos que se quedaron sin sus tierras, de los
huérfanos, de las viudas, en fin de las incontables infamias que han cometido
los genocidas paramilitares, muchos de ellos protegidos por quien quieren
olvidar hoy, algunos hipócritas escondidos en una falsa amnesia.
Lo que nunca imaginamos es que los
mismos que han auspiciado las grandes masacres humanas hayan avanzado en la
decisión miserable de hacer convenios con muchas multinacionales para exterminar
inmensas masas laborales, y de paso acabar nuestras más prósperas empresas. Estas
transnacionales no necesitan tener nada, sólo requieren acreditar su capacidad
de recibir el patrimonio estatal nuestro, junto con nuestros recursos
naturales, y demostrar que pueden poner gruesas sumas de dinero en cuentas
extranjeras, a nombre propio y de sus cómplices apátridas en el país.
El caso más patético lo estamos
viviendo los medellinenses con la multicitada y quebrada Millicom, que ha
emprendido todas las acciones a que encuentra lugar para descuartizar a UNE EPM
Telecomunicaciones S.A. y fijar sus más firmes y decisivas intenciones en
decapitar financiera y económicamente a nuestra casa matriz, Las Empresas
Públicas de Medellín. Y no hallará ningún descanso hasta conseguirlo. Lo peor
es que su propósito es lograrlo, porque sus más cercanos colaboradores están
dentro de nuestras empresas y en los entes de control colapsados, no por
quienes tienen el valor de la honestidad, la honradez y la dignidad, sino por
los infiltrados que ponen los politiqueros de turno, como el pedestre alcalde
Federico Gutiérrez Zuluaga.
Hace ya un mes exacto, se nos estaba
informando de la mutilación de la parte operativa de nuestra promisoria
empresa, sin saber por qué motivos, pues se suponía que los magos de las
finanzas y quienes traían el apalancamiento económico eran los de Millicom,
pero sólo basta desviar la mirada un poco para constatar que no es así,
arriesgando a que nos saquen los ojos para venderlos al mejor postor. No hemos
salido de un cercenamiento mortal, cuando a muchos compañeros les comunicaron
que pasarán a una firma europea que se llama Pontoon, con su aliado en Colombia
que se llama Adeco, nada más y nada menos que una tercerizadora sin escrúpulos.
Por fortuna las denuncias y solicitudes de investigación, del Movimiento Cívico
de Medellín Y El Área Metropolita y UNIGEEP, se extienden hasta este otro
descuartizamiento, con las acciones inmediatas que exige el momento. En lo que
si enfatizamos es en el hecho de pedir que los trabajadores no firmen
absolutamente nada.
Si permitimos el desmembramiento de
UNE EPM Telecomunicaciones S.A., no sólo derramará la sangre de nuestros
trabajadores, junto con la de sus familias y la de la comunidad, sino que
quedará mucho dinero, sumado al que entrará por el aumento de tarifas a partir
del 15 de noviembre, que no picaran, ni llevarán a hornos crematorios ni lo
enterrarán en fosas comunes, lo desaparecerán sí, pero para mostrarlo después en
las bóvedas de los bancos en los paraísos fiscales y en las cuentas extranjeras
de los ladrones apátridas de cuello blanco que hoy cohonestan con este crimen. Millicom: paramilitarismo empresarial
es otra fórmula macabra para el exterminio de derechos laborales y el
detrimento y menoscabo del patrimonio público, que más temprano que tarde
caerá, al igual que todos los involucrados en estos actos delincuenciales.
“El mayor crimen está ahora, no
en los que matan, sino en los que no matan pero dejan matar”
José Ortega y
Gasset
JUNTA
DIRECTIVA
UNIGEEP
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