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lunes, 7 de agosto de 2017

La verdad que les duele…

La representante a la cámara Ángela Robledo Gómez, la semana inmediatamente pasada, hizo una aseveración en la que expone que la situación de Medellín, es más delicada que la de Venezuela. De inmediato, muchas fuerzas políticas y administrativas de la ciudad le salieron al paso, tratando de negar la realidad que nos viene atropellando desde hace demasiado rato. La verdad, para quienes interpretan un poco las cifras, no admite ninguna discusión, pues los números no mienten.

En Venezuela, supuestamente, por la irresponsabilidad de ese gobierno en cuatro meses de protestas se han presentado cerca de cien muertos, aunque están ocultando que estos decesos los viene causando la oposición, aquella que mantuvo a nuestra hermana nación en la miseria más vergonzante durante doscientos años. Si vamos a aceptar esa discusión, el tema se debe analizar someramente, para no caer en la tragicomedia que nos están vendiendo: la de mirar la apariencia fabricada del lado, mientras a nosotros nos carcome una historia tan deplorable, que ya ni nos extraña un crimen más.

Observemos: en Colombia existen 400.000 venezolanos, sumados los últimos 150.000 que han llegado durante la crisis, mientras en Venezuela hay domiciliados 5.800.000 colombianos, según todas las cifras que suministra el mismo gobierno nacional. Siendo así las cosas, si se es lo suficientemente objetivo: si en la hermana república se dimensionan unas dificultades y problemáticas, entonces lo de Colombia es un verdadero holocausto. Se habla de que en la nación vecina se presenta un desabastecimiento, pero ¿de dónde aparecen los grandes contrabandos de carne y granos que se decomisan en la frontera y que proceden de ese país? En ese orden de ideas, no se puede continuar por el sendero que nos proponen, dado que los datos hablan de situaciones contradictorias, no ahondando en otros tangibles detalles.

Siendo concretos y concisos, debemos adentrarnos en lo que verdaderamente nos debe ocupar y es la realidad que vive Medellín, y que buscan esconder, por todos los lados, los timadores del conocimiento de los que saben las adversidades más palpables de los últimos años. ¿O es que son mentiras los escándalos hospitalarios, los de la educación, los de la contaminación ambiental con los sobornos a bordo, los del desempleo con los despidos masivos, la corrupción que pulula y se ha empotrado en los funcionarios que se defendían como honestos y las contrataciones ilícitas y negocios obscuros en el Grupo EPM? Para saber de la seguridad de Medellín, no son las cifras del alcalde las creíbles, basta ir a las clínicas, los cementerios, las salas de velación y los hornos crematorios, para saber cuál es la verdad que se repite a diario.

Según los administradores de turno, con sus padrinos políticos, y su hipócrita, retrograda y olímpica manera de ver las cosas, Medellín se quedó estrecho frente al paraíso, de ahí que se rasguen las vestiduras cuando les descubren sus pérfidas actuaciones. Las capturas recientes del Secretario de Seguridad y varios miembros de la contraloría, no parecieran mostrar nada, pero esto funciona solo para los ingenuos y desadaptados, porque la realidad supera cualquier ficción.  La verdad que les duele…aquella inocultable, sale a colación cada vez que quieren desviar la atención para trasladarles a otros la culpa de su conexión directa con las acciones ramplonas que les delatan, haciendo uso de los compulsivos y mitómanos medios de comunicación que secundan sus detestables ignominias.

“El que tiene tejado de vidrio no tira piedras al de su vecino
Anónimo.

JUNTA DIRECTIVA
UNIGEEP



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