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domingo, 17 de julio de 2011

EMCALI, una necesidad de todos

EMCALI, una necesidad de todos


Desde principios de 1980, comenzaron los albores de la libre competencia, y en la entrada de la década de los 90, más exactamente, en el año 1991, en Colombia se dio luz verde por parte del Gobierno de Cesar Gaviria Trujillo, a toda la catastrófica y aparatosa aparición de la apertura económica, compilada en la nueva Constitución Política de Colombia. Figuras que buscaron, respectivamente, deslegitimar las obligaciones del Estado para sus conciudadanos, y poner una industria endeble a competir con los capitales extranjeros.

No obstante las disertaciones retóricas, para hacernos creer lo bueno de ambas alegorías, libre competencia y constitución nueva, hubo quienes nos hicieran caer en la cuenta de lo perverso incrustado en ellas. Hoy no es un secreto la calamitosa situación que atraviesa el país producto de las innovaciones de los neopensadores llenos de estulticia y carentes de alguna lucidez. Baste solo mirar detenidamente un poco, para ver la consolidación de las grandes concentraciones y acumulaciones de capital, en manos de unos escasos nacionales y muchos extranjeros.

La libre competencia, desde la lógica de mercado, es aplicable cuando el otro no existe, y este otro es el estado. Porque para los defensores de la dinero-latría, con la repartición de los nichos de ventas es suficiente: “Usted vende por allá cerveza y yo, por acá, vendo gaseosa, eso sí, los dos no mas” para ellos los demás no existen. Libre Competencia, pero con las condiciones de uno sobre otros muchos. Lo del burro amarrado, que nos enseñaron nuestros abuelos, se quedó chiquito como ejemplo a traer y poner.

De nuestra Constitución Política, ni hablar, ya se han contado treinta modificaciones a la misma, pero no para componer la inocultable vergüenza del permiso que se le dio a la entrada de los capitales y transnacionales extranjeras, no para remediar la generación de desempleo que crea el banco de la republica a través del manejo de la inflación, ente muchos maleficios, sino para ahondar la injusticia que impone el poderoso sobre el débil. Toquemos un solo caso, el más inolvidable, la reelección, sinonimia de miseria y entrega del país.

Ahora sí, EMCALI ha sido una entidad que ha sabido sobreponerse a los distintos atentados que se le han hecho desde el discurso de la libre competencia y la liberalidad inversionista que permitió la constitución política colombiana. Ha sobrevivido a una intervención infame y canalla de parte de la Superintendencia de Servicios Públicos Domiciliarios, en cabeza de la interdicta social Eva María Tobón Uribe, en consorcio y contubernio con su secuaz Susana Correa Borrero quien no diligenció y gestionó sino oprobios y miserias para la comunidad caleña, como gerente que devengó salarios y que nunca aportó como trabajadora. ¡Aun así EMCALI vive! ¡Si, léase bien, vive!

EMCALI vive, gracias a la gran demostración de que el erario llena las expectativas del cubrimiento y la solución de las necesidades sociales, cuando estas instituciones son creadas para brindar buenos servicios públicos. Pero más de la derrota que se le ha propinado a libre competencia y a los tendenciosos vacíos constitucionales, está la gran resistencia de la comunidad caleña que ha sabido salir a respaldar y a acompañar a un sindicato, como SINTRAEMCALI, que se la ha jugado toda para mantener incólume e imperecedero el patrimonio mas preciado de los Vallecaucanos. En la mano de la Junta Directiva de SINTRAEMCALI, ha estado la salvación de su empresa. A estos hombres revestidos de arduas luchas les debemos la sostenibilidad de este innegociable e intransferible tesoro.

Los servicios públicos domiciliarios son un problema de estado, de ahí que todos los países industrializados que emprendieron el viaje hacia las privatizaciones vengan de regreso y le estén arrebatando estas empresas a los insaciables dinerolatras, los que solo han demostrado pobreza y miseria en sus falsas teorías. El agua, la energía y las telecomunicaciones no se pueden alejar del monopolio estatal, si se quiere y se pretende un cubrimiento de social de amplias satisfacciones. Baste mirar el solo caso norteamericano en donde el pentágono controla las comunicaciones porque sabe que en ellas esta el manejo cultural e ideológico del mundo. En los demás servicios fundamentales no cabe ninguna discusión: “el estado es el estado”

EMCALI es la única entidad en el mundo, léase bien, en el globo terráqueo que conserva la unidad de los tres servicios domiciliarios fundamentales, agua, luz y teléfono, porque las demás empresas fueron golpeadas por la parafernalia mentirosa de la competencia abierta y las fisuras constitucionales, pagando hoy sus consecuencias. EMCALI se da el lujo de prestar estos servicios con una calidad óptima e incompatible. Sino que lo digan los caleños. Por lo tanto, La Unión Sindical Grupo Empresarial EPM – UNIGEEP rechaza, una vez más, los vejámenes a que sigue siendo sometida EMCALI, con una intervención injustificada y unas sanciones generadas por el desorden que de los corruptos que la mantienen amarrada. EMCALI es una necesidad de todos en el país, y nuestra obligación es defenderla desde todos los flancos posibles



Junta Directiva
UNIGEEP

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