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lunes, 8 de julio de 2013

EPM. Una Voz de Alerta

Tratándose de un documento importantísimo, por lo trascendental de los argumentos y lo contextualizado de sus proyecciones, UNIGEEP publica, a continuación, el escrito de nuestro compañero y amigo El Doctor Francisco Luis Valderrama Aguilar. Hombre, quien a pesar de tener unos conocimientos de primer orden, no utiliza sus cartones y sus títulos para exponer y llevar a cabo teorías privatizadoras. Por el contrario, toda su inteligencia se nota cuando demuestra que sin el patrimonio público la vida social del país será un caos.


Las privatizaciones son la pereza que han heredado las nuevas generaciones que no tienen otra teoría más vacía que mostrar, mientras la importancia de la defensa del patrimonio público, con todos sus beneficios, es la misión que tenemos quienes sabemos que lo social prevalece por encima de aquellos que conciben los recursos y la riqueza para unos pocos.


EPM. UNA VOZ DE ALERTA

Por: Francisco Luis Valderrama Aguilar
                                                              
La columna del 24 de junio del diario El Mundo, titulada “EPM ¿servicio, crecimiento o lucro?” escrita por el Dr. Luis Fernando Múnera L, ex directivo de EPM, debería generar un profundo proceso de reflexión colectiva sobre el futuro de esa ejemplar institución, orgullo de los antioqueños.

Plantea el Dr. Múnera su preocupación por el desenfoque empresarial que se observa en EPM, desviada de su objeto social hacia la ruta de la expansión y el lucro, para utilizar sus propias palabras, y se pregunta si es favorable para la comunidad la meta anunciada de convertirse en uno de los 50 grupos empresariales más importante de América Latina con ingresos de 16.000 millones de dólares y utilidades por 5.500, para el año 2022.

El cuestionamiento de fondo que se tiene que hacer la sociedad antioqueña es si la meta propuesta es confluyente y coherente con la misión de EPM, claramente establecida en su objeto social, para lograr universalidad, calidad y eficacia en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, procurando siempre  el bienestar general y el mejoramiento de la calidad de vida de la población, atendiendo rigurosos criterios de solidaridad y redistribución de ingresos.

Si se trata de respetar su objeto social, la meta de EPM tiene que alinearse con su misión. EPM no existe para ser importante sino para ser útil. Y ser útil para los dueños, la comunidad. Apuntar a una meta equivocada produce necesariamente a acciones empresariales incorrectas. Eso de ser uno de los 50 grupos más importantes  pone a EPM en la carrera equivocada. Esas pretensiones para nada apuntan a la calidad de vida, el bienestar general o la redistribución de ingresos de sus dueños ni mucho menos , a la solidaridad, como sí lo haría una concepción empresarial que transfiriera a los dueños, vía estructura tarifaria,  los beneficios de una acción seria y responsable, como ha sido hasta ahora la de EPM. Ser grande ó importante no es un objetivo sino una consecuencia. Ese es el norte que parece haber extraviado EPM. Con toda razón Múnera habla de desenfoque. 

Tener claro  el rol que le corresponde a  una empresa pública es una virtud dignificada en su momento por personajes de la talla de Diego Calle R y algunos otros. Ganar dinero como un fin en sí mismo podrá ser el objetivo de un banco pero no de una empresa pública cuyo objeto social es claro y preciso. EPM existe para generar calidad de vida. Si al menos nuestra clase política entendiera la profunda diferencia entre gestionar una empresa privada y una pública, tal vez mostraría más ponderación y análisis al escoger sus cuadros directivos.

Detrás de los cantos de sirena de ser uno de los grupos empresariales más importantes de América Latina, se nos va a esfumar la joya de la corona. El expediente es conocido. Lo que le ocurrió a UNE perfila lo que le va a pasar a EPM.

También UNE  estuvo de compras por el vecindario. Los mismos nombres y la misma cultura frívola que compró WIMAX para hacer atractiva a ORBITEL y acomodarle semejante pasarela empresarial a UNE, con jugosas comisiones de por medio a conocidos personajes por su participación en el negocio, fueron responsables directos de involucrar a UNE en el negocio de 4G propio, no obstante tener a TIGO para la movilidad. Y ese negocio, bueno según el plan que lo recomendó, fue la excusa, el pretexto invocado para entregar a UNE a un inversionista de portafolio de dudosa reputación, que más temprano que tarde mostrará sus verdaderas intenciones, que no son otras que ganar dinero a expensas del ahorro de la comunidad antioqueña.

En las mismas anda ahora EPM: Una empresa de aguas en México, empresas distribuidores y generadoras de energía en Guatemala, San Salvador, Panamá, así como construcción de un parque eólico en Chile y la anunciada intención de incursionar en proyectos de gas en Perú, entre otras. La azarosa combinación de una meta mal formulada y la existencia de cuantiosos recursos provenientes de unas tarifas de energía innecesariamente altas que para nada apoyan la calidad de vida de los dueños ni la competitividad de la ciudad, devienen en estas aventuras empresariales que pronto pasaran su factura de cobro, tal como ocurrió con UNE.

Creo en los funcionarios de EPM, excelentes en su inmensa mayoría. Pero el desenfoque empresarial que están prohijando va a tener consecuencias funestas: Mañana se argumentara que EPM necesita  “socio estratégico y musculo financiero” para soportar las inversiones realizadas, que los “recursos para la inversión social del municipio están en riesgo” o que se trata de “negocios de economías de escala que requieren jugadores globales” y  toda esa bisutería con la cual se suele disfrazar la incompetencia gerencial o justificar lo impresentable. Y vendrá la propuesta  de “democratizar a EPM”, eufemismo vergonzante para privatizarla. Como si lo que es de todos no estuviera ya democratizado.

Un calco exacto de lo ocurrido con UNE: Si el discurso no representa la realidad, se ignora la realidad, para justificar decisiones muchas veces adoptadas de antemano. No han de faltar asesores con conceptos a la medida de quien les paga, para justificar la decisión.

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