Tratándose de un
documento importantísimo, por lo trascendental de los argumentos y lo
contextualizado de sus proyecciones, UNIGEEP publica, a continuación, el
escrito de nuestro compañero y amigo El Doctor Francisco Luis Valderrama
Aguilar. Hombre, quien a pesar de tener unos conocimientos de primer orden, no
utiliza sus cartones y sus títulos para exponer y llevar a cabo teorías
privatizadoras. Por el contrario, toda su inteligencia se nota cuando demuestra
que sin el patrimonio público la vida social del país será un caos.
Las privatizaciones
son la pereza que han heredado las nuevas generaciones que no tienen otra
teoría más vacía que mostrar, mientras la importancia de la defensa del
patrimonio público, con todos sus beneficios, es la misión que tenemos quienes
sabemos que lo social prevalece por encima de aquellos que conciben los
recursos y la riqueza para unos pocos.
EPM.
UNA VOZ DE ALERTA
Por:
Francisco
Luis Valderrama Aguilar
La
columna del 24 de junio del diario El Mundo, titulada “EPM ¿servicio,
crecimiento o lucro?” escrita por el Dr. Luis Fernando Múnera L, ex directivo
de EPM, debería generar un profundo proceso de reflexión colectiva sobre el
futuro de esa ejemplar institución, orgullo de los antioqueños.
Plantea
el Dr. Múnera su preocupación por el desenfoque empresarial que se observa en
EPM, desviada de su objeto social hacia la ruta de la expansión y el lucro,
para utilizar sus propias palabras, y se pregunta si es favorable para la
comunidad la meta anunciada de convertirse en uno de los 50 grupos
empresariales más importante de América Latina con ingresos de 16.000 millones
de dólares y utilidades por 5.500, para el año 2022.
El
cuestionamiento de fondo que se tiene que hacer la sociedad antioqueña es si la
meta propuesta es confluyente y coherente con la misión de EPM, claramente
establecida en su objeto social, para lograr universalidad, calidad y eficacia
en la prestación de los servicios públicos domiciliarios, procurando
siempre el bienestar general y el
mejoramiento de la calidad de vida de la población, atendiendo rigurosos
criterios de solidaridad y redistribución de ingresos.
Si
se trata de respetar su objeto social, la meta de EPM tiene que alinearse con
su misión. EPM no existe para ser importante sino para ser útil. Y ser útil
para los dueños, la comunidad. Apuntar a una meta equivocada produce
necesariamente a acciones empresariales incorrectas. Eso de ser uno de los 50
grupos más importantes pone a EPM en la
carrera equivocada. Esas pretensiones para nada apuntan a la calidad de vida, el
bienestar general o la redistribución de ingresos de sus dueños ni mucho menos
, a la solidaridad, como sí lo haría una concepción empresarial que
transfiriera a los dueños, vía estructura tarifaria, los beneficios de una acción seria y
responsable, como ha sido hasta ahora la de EPM. Ser grande ó importante no es
un objetivo sino una consecuencia. Ese es el norte que parece haber extraviado
EPM. Con toda razón Múnera habla de desenfoque.
Tener
claro el rol que le corresponde a una empresa pública es una virtud
dignificada en su momento por personajes de la talla de Diego Calle R y algunos
otros. Ganar dinero como un fin en sí mismo podrá ser el objetivo de un banco
pero no de una empresa pública cuyo objeto social es claro y preciso. EPM
existe para generar calidad de vida. Si al menos nuestra clase política
entendiera la profunda diferencia entre gestionar una empresa privada y una
pública, tal vez mostraría más ponderación y análisis al escoger sus cuadros
directivos.
Detrás
de los cantos de sirena de ser uno de los grupos empresariales más importantes
de América Latina, se nos va a esfumar la joya de la corona. El expediente es
conocido. Lo que le ocurrió a UNE perfila lo que le va a pasar a EPM.
También
UNE estuvo de compras por el vecindario.
Los mismos nombres y la misma cultura frívola que compró WIMAX para hacer
atractiva a ORBITEL y acomodarle semejante pasarela empresarial a UNE, con
jugosas comisiones de por medio a conocidos personajes por su participación en
el negocio, fueron responsables directos de involucrar a UNE en el negocio de
4G propio, no obstante tener a TIGO para la movilidad. Y ese negocio, bueno
según el plan que lo recomendó, fue la excusa, el pretexto invocado para
entregar a UNE a un inversionista de portafolio de dudosa reputación, que más
temprano que tarde mostrará sus verdaderas intenciones, que no son otras que
ganar dinero a expensas del ahorro de la comunidad antioqueña.
En
las mismas anda ahora EPM: Una empresa de aguas en México, empresas
distribuidores y generadoras de energía en Guatemala, San Salvador, Panamá, así
como construcción de un parque eólico en Chile y la anunciada intención de
incursionar en proyectos de gas en Perú, entre otras. La azarosa combinación de
una meta mal formulada y la existencia de cuantiosos recursos provenientes de unas
tarifas de energía innecesariamente altas que para nada apoyan la calidad de
vida de los dueños ni la competitividad de la ciudad, devienen en estas
aventuras empresariales que pronto pasaran su factura de cobro, tal como
ocurrió con UNE.
Creo
en los funcionarios de EPM, excelentes en su inmensa mayoría. Pero el
desenfoque empresarial que están prohijando va a tener consecuencias funestas:
Mañana se argumentara que EPM necesita “socio estratégico y musculo
financiero” para soportar las inversiones realizadas, que los “recursos para la
inversión social del municipio están en riesgo” o que se trata de “negocios de
economías de escala que requieren jugadores globales” y toda esa bisutería con la cual se suele disfrazar
la incompetencia gerencial o justificar lo impresentable. Y vendrá la
propuesta de “democratizar a EPM”, eufemismo vergonzante para
privatizarla. Como si lo que es de todos no estuviera ya democratizado.
Un
calco exacto de lo ocurrido con UNE: Si el discurso no representa la realidad,
se ignora la realidad, para justificar decisiones muchas veces adoptadas de
antemano. No han de faltar asesores con conceptos a la medida de quien les
paga, para justificar la decisión.
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