No pocas lágrimas, rabias y
sentimientos de impotencia nos está arrancando el destierro y desplazamiento de
nuestros hermanos de Villa Café, en el sector de Belén, quienes en un estado de
indefensión total, decidieron tomarse la iglesia del parque de ese barrio. Esto
se veía venir, basta escuchar las palabras del Secretario de Gobierno de
Medellín, cuando en todos los medios, incluso antes de iniciarse este proceso
fatídico, dijo que todas las familias que habitaban, en justa posesión el
terreno pretendido por una ladrillera, serian desalojados a la fuerza.
La supremacía omnímoda que tienen los
representantes de la injusticia medellinense, ha permeado todos los niveles,
llegando hasta las ramas del poder público, de ahí que se entienda la
inoperancia de La Procuraduría, La Personería y La Defensoría del Pueblo,
estamentos de bolsillo que están al servicio de la burocracia y de la
despatrimonialización del país, dadas las condiciones politiqueras que dirigen
estos declarados centros del proxenetismo. No en vano nuestros hermanos de
Villa Café no aceptaron la mediación de estos llamados garantes de los derechos
ciudadanos, toda vez que saben que su misión es muy distinta a la orientada por
la constitución y la ley.
Ancianos, niños, madres cabezas de
familia, jóvenes sin opciones de empleo, hombres y mujeres en estados de
enfermedad grave, se encuentran en la toma que hicieran de la iglesia de Belén.
No les queda más de otra, pues las presiones del poder económico de Medellín,
han logrado que nuestros hermanos de Villa Café hayan definido resguardarse en
una de las tantas Casas de Dios; así esto no le guste mucho al clero, como lo
denunciara en muchos twitter nuestro compañero y abogado Alex Alberto Morales
Córdoba. Aquí se nota, de inmediato, que la hipocresía de los ministros que
representan la Justicia Divina, también evidencian su insolidaridad en momentos
en que nuestro pueblo es perseguido en una forma tan sanguinaria, indolente e
infame.
Mientras el gobierno nacional, la
gobernación y la administración municipal, construyen grandes urbanizaciones
para las elites privilegiadas con documentos viciados, a nuestros hermanos de
Villa Café, los condenan al abandono total, esgrimiendo versiones falaces como
que no van a legitimar la delincuencia, cuando los Ancianos, niños, madres
cabezas de familia, jóvenes sin opciones de empleo, hombres y mujeres en
estados de enfermedad grave, que hoy viven esta tragedia, son responsabilidad de
los que tanto hablan de paz y de los buenos niveles de convivencia. Premisas
falsas, a la luz de la realidad miserable observada.
La mano negra se ve en todo este
nefasto proceso. Una ladrillera causando daño ecológico y ambiental de grandes
proporciones sin que nadie la investigue; que le paga a un perito $3.500.000,
por una representación de sólo dos horas, siendo lo normal, a lo sumo,
$500.000, para qué ahonde en detalles chuecos que perjudiquen a los habitantes
de Villa Café. Lo más cínico y siniestro es la manera cómo opera la justicia
jurídica, la cual se nota sesgada hacia el poder y no hacia su verdadero
sentido: la constitución y la ley. De ahí que sea cierto que Cuando el dinero habla, la justicia calla.
Hacemos un llamado urgente a todas las
organizaciones sociales para que asuman la obligatoria solidaridad de cuerpo y
de clase con nuestros hermanos de Villa Café, para que entre todos los rodeemos con un apoyo y acompañamiento
incondicionales, llevándoles alimentos y medicinas y lo demás que demanden en
sus necesidades básicas de estos
aciagos momentos.
La solidaridad no es ni la caridad hipócrita
rodeada de mística, ni la miserable filantropía de los que hacen para ser
vistos, sino el sentir como propias las tragedias o las alegrías de nuestros
hermanos de clase.
Junta
Directiva
UNIGEEP
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