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domingo, 20 de septiembre de 2015

Venta de ISAGEN: Un reconocimiento de la estupidez



Es un hecho indiscutible que hasta los años setentas, la clase política colombiana tenía una concepción de estado, que si bien no solucionaba la problemática social del país, sí le daba un tratamiento medianamente responsable a los activos físicos estatales. Todo porque su inteligencia le permitía saber que mientras se tuvieran empresas públicas de producción de bienes y servicios, el empleo y la inversión social verían solucionadas, en gran parte, sus crisis y necesidades. Esto no impide reconocer que hasta la financiación de sus campañas politiqueras salían de estas entidades.



Con la llegada de los años ochentas, hasta nuestros días, cada vez observamos el espiral más siniestro y macabro, con la venta acelerada de todo lo que sea público, y que produzca utilidades y rentabilidades económicas. Incluso, así se vayan a quedar sin la soga y sin la cabra, lo que le importa a una gran cantidad de irresponsables y desadaptados, que quieren enriquecerse a expensas de los bienes estatales, es entregar el erario. En esto están comprometidas las falsas universidades en donde se viene preparando a sus egresados, no para serle útil a la sociedad, sino para que consigan dinero con sus cartones, a como dé lugar, sin importar que para ello tengan que sacrificar hasta sus mismos congéneres.  



En la actualidad, se vuelve un imperativo reconocer que estamos ante una sucesión de gobiernos, que tienen una misma identidad: vender físicamente nuestra nación. Ya ideológica y económicamente, están subyugados y arrodillados a las imposiciones foráneas, aunque nos quieran convencer de una hipócrita y mentirosa independencia. Todos los mandatarios y sus escuderías rojas, azules y verdes, entre muchas otras demagógicas, absolutamente, sin excepción alguna, desde la década de los ochentas, tienen una sola misión: entregar nuestras entidades estratégicas para el disfrute de las multinacionales que vienen a expandir sus ingresos y a dejarnos atraso y miseria. Porque comprobado está que la inversión extranjera no contribuye al desarrollo de los estados sino a su pobreza e indigencia.



En el mundo sólo el 2% del agua es consumible, porque el otro 98% o es salada o está congelada, y la que logra descongelarse, entra al mar para adquirir su salinidad. De ese 2% en la tierra, Colombia tiene el 75% del agua más potable. Lo que nos debe llamar totalmente la atención es que nuestra amada ISAGEN, tiene influencia en más de un 50% de ese 75% aludido. Esto pareciera ser un rompecabezas matemático y porcentual, pero si lo leemos detenidamente, obtendremos una comprensión que nos llevará a entender que la venta de ISAGEN es otra de las canalladas e infamias que va a cometer este gobierno traidor. Como quiera que no sólo se va a entregar una empresa de grandes utilidades y rentabilidades económicas y sociales, sino que se van a regalar los ríos, las cuencas hidrográficas y el capital ecológico que encierra el escenario de nuestra digna ISAGEN.



No podemos dejar de lado, ni más faltaba, el desempleo que generará la entrega de un bien tan preciado y de un valor tan incalculable. Habida cuenta que la masa laboral vinculada e indirecta, que se conserva en ISAGEN, es de gran importancia, más allá de sus familias y de la comunidad que recibe los beneficios de una empresa financiera y económicamente viable y sostenible. Esto no puede ser tomado como un discurso del capricho sindical, por el contrario tiene que servir para el despertar de una nación que no está siendo consciente de la entrega de su presente y su futuro. La Venta de ISAGEN: Un reconocimiento de la estupidez no nos debe alejar de la sentencia y escarnios públicos que merecen quienes ya no piensan en nuestro país y en su sociedad sino en sus bolsillos.



“Curiosamente, los votantes no se sienten responsables de los fracasos del gobierno que han votado”

                   
                   Alberto Moravia




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