Agradeciendo la solidaridad
manifestada por muchos de nuestros afiliados con la Dirigencia de UNIGEEP,
con propuestas de un fundamento
admirable y de inmensa trascendencia, pasamos a publicar el escrito tan bien
elaborado que aportara uno de nuestros más fieles colaboradores y analistas
sociales.
Disfruten de este obsequio:
El Doctor “Proceso disciplinario”
Es bien conocida en
el refranero popular la costumbre de que
pueblo que se respete siempre se ha caracterizado por tener dentro de sus
perímetros, al loco, al vivo, al gay, y a otro sinnúmero de personajes, pero el
más conocido siempre ha sido el bobo del pueblo.
En esto las grandes
empresas, retratos iguales de los pueblos, no se escapan de tener estos mismos
personajes, que han pasado a la historia por mantener durante toda su vida una
actitud consecuente con lo que han sido identificados. En UNE EPM
Telecomunicaciones S.A., sucede igual, pero nos falta la capilla que no
habremos de tener, por aquello de la libertad de cultos, pero dejemos de lado
al loco, al vivo y al gay, y centrémonos en el bobo.
La siguiente historia
sucede en un pueblo cualquiera: Del mercado más grande del pueblo lo mandan a
entregar un domicilio a una vereda cercana, pero resulta que Usted debía dejar
en otro lugar las rodilleras, el paño para sobar el saco y la mermelada, porque le dijeron que así debía ser, pero Usted no hace caso, y entonces el bobo
del pueblo, que alguna vez soñó con ser abogado, se da cuenta, y de inmediato le entrega un papel tan
incomprensible para Usted que siempre ha hecho las cosas bien, llamado “proceso
disciplinario”; y le dicen que lo van a
echar del mercado por no haber hecho lo que dijeron, o sea, porque no se prestó
para desviar los mandados hacia otro lugar.
En el mismo pueblo,
donde nunca hay elecciones, por primera vez los gamonales nombraron como
alcalde a un señor de otro pueblo, o sea, que para estos su alcalde era un
completo extranjero, a los cuales en muy poco tiempo deslumbró dizque porque
hablaba bonito, y dijo en su discurso que el pueblo iba a crecer a ritmos
agigantados, que les iba a regalar teléfonos celulares, que aunque iba a traer
personas de otros pueblos para que le ayudaran, que nadie debía temer por ser
expulsado del pueblo, entre muchas otras promesas.
Sin embargo en un
acto de notable viveza, encargó al bobo de que le contara todas las cosas que
hicieran los habitantes del pueblo, como por ejemplo, si llegaban tarde a
desempeñar las funciones en la alcaldía sin importar el motivo, si hablaban mal
de él, si alguien denunciaba que él se estaba gastando la plata en lo que no
debía. Y entonces institucionalizó o mejor dicho, volvió costumbre para todos
sus habitantes el “proceso disciplinario” que el bobo le mostró le había
entregado aquella vez a la joven del mercado que se negó a entregar las
rodilleras, el paño para sobar el saco y la mermelada en otro lugar, porque ese
no era su destino. Sobra decir que el bobo no inventó el proceso disciplinario,
pues se sabía que era un incapaz, pero
que copió de quien sabe que lectura ociosa que hizo por ahí.
El alcalde tan
tramador con su discurso, le puso al bobo una ayudante igual de incapaz para
que entre los dos se apoyaran y acabaran con la buena tranquilidad que había
reinado en el pueblo hasta entonces, y ella a su vez puso a otro grupo de
incapaces a su servicio y les impuso una ley del terror, ya que al alcalde le convenía que aquellas
personas que le incomodaban, hicieran maletas por las buenas o las malas, pero
se dice a escondidas que el fin que persigue el alcalde es tener el camino
despejado, para junto con los gamonales del pueblo quedarse con todas sus
riquezas y todo lo que juntos en el pueblo han construido como durante 60 años.
Así el bobo del
pueblo pasó a tener un papel de baja caracterización a uno de “sicario laboral
y destructor de familias”, porque todo el día estaba pendiente del más mínimo
desliz de sus coterráneos, ya sea recorriendo la plaza o por medio de los
chismes que oía, para de inmediato hacerle llegar su “proceso disciplinario” a
cualquier habitante del pueblo. De esta manera el señor de marras,
tristemente se hizo llamar el “doctor proceso disciplinario”, y expulsó a
muchos habitantes de allí, aunque también ha encontrado algunas resistencias,
porque no todos quieren que se roben su amado pueblo. Hoy que vuelvo a éste con
mucha más frecuencia, encuentro que ahora al bobo más famoso también en voz
baja le dicen “El…………….”, pero me
cuido de decirlo por impublicable y porque también a mí me pueden abrir un
proceso disciplinario.
El habitante.
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