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jueves, 29 de octubre de 2015

El Doctor “Proceso disciplinario”



Agradeciendo la solidaridad manifestada por muchos de nuestros afiliados con la Dirigencia de UNIGEEP, con  propuestas de un fundamento admirable y de inmensa trascendencia, pasamos a publicar el escrito tan bien elaborado que aportara uno de nuestros más fieles colaboradores y analistas sociales.

Disfruten de este obsequio:




El Doctor “Proceso disciplinario”



Es bien conocida en el refranero  popular la costumbre de que pueblo que se respete siempre se ha caracterizado por tener dentro de sus perímetros, al loco, al vivo, al gay, y a otro sinnúmero de personajes, pero el más conocido siempre ha sido el bobo del pueblo.



En esto las grandes empresas, retratos iguales de los pueblos, no se escapan de tener estos mismos personajes, que han pasado a la historia por mantener durante toda su vida una actitud consecuente con lo que han sido identificados. En UNE EPM Telecomunicaciones S.A., sucede igual, pero nos falta la capilla que no habremos de tener, por aquello de la libertad de cultos, pero dejemos de lado al loco, al vivo y al gay, y centrémonos en el bobo.



La siguiente historia sucede en un pueblo cualquiera: Del mercado más grande del pueblo lo mandan a entregar un domicilio a una vereda cercana, pero resulta que Usted debía dejar en otro lugar las rodilleras, el paño para sobar el saco y la mermelada,  porque le dijeron que así debía ser,  pero Usted no hace caso, y entonces el bobo del pueblo, que alguna vez soñó con ser abogado, se da cuenta,  y de inmediato le entrega un papel tan incomprensible para Usted que siempre ha hecho las cosas bien, llamado “proceso disciplinario”; y  le dicen que lo van a echar del mercado por no haber hecho lo que dijeron, o sea, porque no se prestó para desviar los mandados hacia otro lugar.

 

En el mismo pueblo, donde nunca hay elecciones, por primera vez los gamonales nombraron como alcalde a un señor de otro pueblo, o sea, que para estos su alcalde era un completo extranjero, a los cuales en muy poco tiempo deslumbró dizque porque hablaba bonito, y dijo en su discurso que el pueblo iba a crecer a ritmos agigantados, que les iba a regalar teléfonos celulares, que aunque iba a traer personas de otros pueblos para que le ayudaran, que nadie debía temer por ser expulsado del pueblo, entre muchas otras promesas. 



Sin embargo en un acto de notable viveza, encargó al bobo de que le contara todas las cosas que hicieran los habitantes del pueblo, como por ejemplo, si llegaban tarde a desempeñar las funciones en la alcaldía sin importar el motivo, si hablaban mal de él, si alguien denunciaba que él se estaba gastando la plata en lo que no debía. Y entonces institucionalizó o mejor dicho, volvió costumbre para todos sus habitantes el “proceso disciplinario” que el bobo le mostró le había entregado aquella vez a la joven del mercado que se negó a entregar las rodilleras, el paño para sobar el saco y la mermelada en otro lugar, porque ese no era su destino. Sobra decir que el bobo no inventó el proceso disciplinario, pues se sabía que  era un incapaz, pero que copió de quien sabe que lectura ociosa que hizo por ahí.



El alcalde tan tramador con su discurso, le puso al bobo una ayudante igual de incapaz para que entre los dos se apoyaran y acabaran con la buena tranquilidad que había reinado en el pueblo hasta entonces, y ella a su vez puso a otro grupo de incapaces a su servicio y les impuso una ley del terror,  ya que al alcalde le convenía que aquellas personas que le incomodaban, hicieran maletas por las buenas o las malas, pero se dice a escondidas que el fin que persigue el alcalde es tener el camino despejado, para junto con los gamonales del pueblo quedarse con todas sus riquezas y todo lo que juntos en el pueblo han construido como durante 60 años.

 

Así el bobo del pueblo pasó a tener un papel de baja caracterización a uno de “sicario laboral y destructor de familias”, porque todo el día estaba pendiente del más mínimo desliz de sus coterráneos, ya sea recorriendo la plaza o por medio de los chismes que oía, para de inmediato hacerle llegar su “proceso disciplinario” a cualquier  habitante del pueblo.  De esta manera el señor de marras, tristemente se hizo llamar el “doctor proceso disciplinario”, y expulsó a muchos habitantes de allí, aunque también ha encontrado algunas resistencias, porque no todos quieren que se roben su amado pueblo. Hoy que vuelvo a éste con mucha más frecuencia, encuentro que ahora al bobo más famoso también en voz baja le dicen “El…………….”, pero me cuido de decirlo por impublicable y porque también a mí me pueden abrir un proceso disciplinario.



El habitante.





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