Muy
a propósito de las elecciones recientemente pasadas, y con ocasión de un
escrito de la pésima administración de la estafadora Millicom que dice que en “Tigoune” se es transparente, cuando es
con la clase politiquera con quienes han podido robarse a UNE EPM
Telecomunicaciones S.A. y colocar en riesgo inminente a las Empresas Públicas
de Medellín, retrotraemos el titular de un escrito todavía vigente y otro artículo
del Doctor Gonzalo Álvarez Henao, con el ánimo de confirmar como se compran y
se venden los votos, y como se financian las campañas electoreras, en nuestra
región y en nuestro país.
Hace
poco también se hizo público un supuesto premio por trasparencia, misma que a
diario violentan de todas las maneras posibles en nuestra compañía. Una cosa es
ser aceptados en un llamado a 100 empresas, de las cuales solo 20, entre ellas
la multicuestionada Millicom, y otra, bien distinta, es que se haya recibido un
galardón por jugarle limpio al país. De esto tenemos la suscripción hecha por
el Señor Marcelo Cataldo Franco, a lo que jamás podrá darle cumplimiento. Para
la muestra un botón, ¿Quién facilitó la dotación de la sede, en Caldas, del
Señor Julián Bedoya? Nadie ha investigado esto.
¡QUÉ CONGRESO EL QUE SE ACABA
DE ELEGIR!
POR
GONZALO ÁLVAREZ HENAO
Con alguna frecuencia
digo que los colombianos somos una especie un poco rara. Su reiterado
comportamiento, me lleva a hacer esa reflexión. Veamos un ejemplo: antes de las
elecciones se escuchaba con sonoridad las voces de muchos ciudadanos, diciendo
que los congresistas eran unos ladrones. Pero en masa salieron a votar por
ellos, y sin que hayan pasado muchos días de la
celebración de las elecciones para elegir Representantes a la Cámara y
Senadores de la República, ya estamos
escuchando a muchos compatriotas decir, que resultaron elegidos los mismos
ladrones.
Estas inquietudes
ciudadanas nos deben llevar a formularnos esta pregunta: ¿Quién eligió a esos
mismos ladrones? ¿Tendrán autoridad moral los miles de colombianos que votaron
por esta manada de corruptos que están cuestionados, con demasiada
anterioridad, por los organismos que hacen seguimiento electoral, para seguir
lamentándose por sus pésimas decisiones?
¿En estas condiciones se
puede hablar de democracia fuerte y vigorosa en Colombia, cuando tan pronto se
conoció la nueva composición del Congreso, empezaron los cuestionamientos por
su poca renovación y porque siguen los mismos con las mismas? Con frecuencia
escuchamos decir que la sociedad colombiana está enferma; pero muy poco se la
habla de la enfermedad de la democracia. El Congreso que se acaba de elegir, es
el resultado de unas elecciones fraudulentas, vergonzosas, tramposas y sucias
¿Puede tener legitimidad un Congreso, cuyos integrantes mayoritariamente,
resultaron elegidos al parecer con el apoyo de algunos actores armados, o
movidos en muchos de los casos los votantes, por el odio, el miedo, el engaño y
la mentira?
Ningún colombiano
sensato, puede aceptar sin dejar de alarmarse, los resultados obtenidos en los
comicios celebrados el pasado 11 de marzo de 2018; pues si bien es cierto que
se eligió el Congreso de la República, lo verídico, lo real, lo comprobable es
que los encargados de ejercer el control político, de hacer las leyes y de
afirmar la democracia, en su mayoría, aparecieron precisamente electos,
violando el ordenamiento jurídico del país, y los más elementales principios
éticos y morales.
El caso paradigmático es
el de la senadora Aida Merlano Rebolledo. En su sede de campaña se repartía
dinero a diestra y siniestra. Su hermana Vanessa Victoria Merlano Rebolledo y
cinco personas más fueron capturadas en la sede de campaña de la electa congresista
aludida. Según el reporte oficial en la redada, las autoridades hallaron 261
millones de pesos en cajas fuertes, certificados electorales, cuatro armas y 50
mercados.
Es una verdad axiomática
de que en estos comicios se cometieron toda clase de delitos electorales, en
los que aparecen comprometidos candidatos y votantes. Los delitos electorales,
en tratándose de la compraventa de votos se deberán tipificar para
sancionarlos, como delitos de doble vía, puesto que corruptos y corruptores son
enemigos del país y de la democracia.
Ahora bien, corromper al
pueblo, quien es el constituyente primario y en el que reside la soberanía de
la nación, es un delito monstruoso. La nueva composición del Congreso de la
República, después de las votaciones del domingo 11 de marzo de 2018, refleja
el poder de las maquinarias, las estructuras armadas, el narcotráfico, las
mafias de la contratación y las herencias familiares, pues los parapolíticos y
los corruptos mantienen su presencia en cuerpo ajeno. Cierro estos breves
comentarios con esta sentencia de SIMÓN BOLÍVAR:
“Un
pueblo ignorante, es un instrumento ciego de su propia destrucción”
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