Las
confesiones del Señor Luis Gerardo Rodríguez Caballero
Parte
I
Es
lamentable la situación actual del área tributaria de UNE EPM
Telecomunicaciones S.A., la excelente reputación lograda a pulso por el trabajo
abnegado e impecable realizado desde su creación, fue destruido por la maleva
administración de Millicom, es así como hoy está en boca de muchos que observan
la forma como desde su dirección la están devastando cada día por el esquema
impuesto bajo la orientación de una persona que solo se preocupa por descargar
sus obligaciones en los demás. Esto es notable si observamos que de una Subdirección
Tributaria pasó a una Gerencia de Impuestos, pero hoy, simplemente, la
registran como “líder de impuestos”
El
terrible deterioro ha sido más que evidente, al punto que las demás áreas
comentan el desastre en el que se ha convertido y que ha llevado a la renuncia
inesperada de varios de sus miembros, entre ellos una de las fundadoras del
área, por así decirlo, y quien tuviera un conocimiento tan amplio de la empresa
que ha sido difícil reemplazarla. El acoso laboral, los despidos indirectos y
directos con falsas motivaciones, presiones indebidas para el trabajo en tiempo
extraordinario sin el debido y legal reconocimiento, y una sobrecarga laboral que
ha ocasionado inclusive enfermedades graves a los trabajadores, son el pan
nuestro de cada día.
¿Responsables
quiénes? El señor Luis Gerardo Rodríguez Caballero, durante un largo monólogo
de hora y media, evadió a toda costa ser el responsable, cuando en realidad
sabe muy bien todas las acciones y omisiones que ha cometido como Director, y justificó
sus desatinos trasladándoselos a quienes se han sacrificado para no dejar caer
el buen nivel que se ha tenido. Sobra decirle que esa práctica de mostrar un
supuesto enojo para que no le hagan reclamos, propia de la cultura Millicom, no
funciona para los trabajadores de nuestras empresas UNE EPM Telecomunicaciones
S.A. y Edatel S.A. E.S.P. a la vez que le recomendamos que no trate de tapar
con un dedo, lo que en toda la empresa se sabe y se está comentando.
La
falta de gestión está acabando con el área y sus buenas prácticas, además de que
quien funge como líder, la Señora Zulma Esperanza Acosta Martínez, no sabe ni
donde está parada, y para empeorar es ciegamente respaldada por el Señor Luis
Gerardo, con lo que se consolida una alianza macabra para acabar con el área más
sensible para los impuestos de la compañía. El deterioro es tangible desde que pasó
a depender de la Dirección de Tesorería, es decir, cuando quedó bajo la
dirección del aquí aludido funcionario, tal como lo confirman los resultados de la evaluación
de clima laboral de los últimos años.
La
Señora Zulma Esperanza Acosta Martínez, en su gran esfuerzo por ocultar su
ineptitud e ignorancia no solo sobre la empresa y sus procesos sino también en
lo académico, comete los errores más insólitos, lo que ha traído como
consecuencia la destrucción de procesos y procedimientos bien estructurados y
rigurosos producto del trabajo, experiencia e investigación de tantos años. Procesos
funcionales y productivos, desmontados sólo por aparentar gestión, lo que sin
lugar a dudas, representa un grave retroceso. Métodos que se habían logrado automatizar ahora son manuales,
incrementando la operatividad y entorpeciendo los resultados. Cambió la
planeación por la regla del bombero, todos los días pone a apagar incendios, y
todo con la anuencia obvia del señor
Luis Gerardo Rodríguez Caballero.
Vale
la pena recordar, que hasta muy poco tiempo después de pasar a la dirección de
tesorería, el área de impuestos tuvo unos jefes que conocían muy bien a la
empresa tanto como los procesos y participaban en ellos, aportaban con su vasto
conocimiento, en materia tributaria, a la planeación, desarrollo y mejoramiento
de los mismos y ni qué decir de su calidad humana y respeto por quienes más que
sus subalternos fueron sus compañeros de trabajo, conformando un verdadero equipo.
Lo que no tienen ni la Señora Zulma, ni el individuo Luis Gerardo con las
soserías utilizadas. De verdad duele que la herencia dejada la estén
dilapidando los que solo se han estado prestando para los ilícitos de los
desvíos de los gravámenes a favor de
Millicom.
Los reconocimientos hipócritas,
que hace el señor Luis Gerardo, con el tartamudeo habitual de quien esconde la
verdad, apoyado en la frase “Dios cuida a sus borrachitos”, continúa dejándolo
en evidencia. Lo que sí le ratificamos es que así no lo quiera aceptar, el
cumplimiento satisfactorio de las obligaciones, no se dio producto del azar ni
de la buena suerte por el aplazamiento de términos, ni mucho menos por la
gestión de los jefes incapaces de tomar decisiones, sino por el esfuerzo,
sacrificio y trabajo en tiempo extraordinario que aportaron los trabajadores, a
pesar de los riesgos en su salud y los efectos negativos en su vida familiar.
Sumados a todas las dificultades
y traumatismo producto del aislamiento, están los inconvenientes causados por
cuenta del proceder caprichoso y negligente de la líder, ya que muchos no contaron
oportunamente ni en debida forma con los recursos que les garantizaran la
conexión desde su casa. Pero este señor
sale en defensa de su protegida y con
tal de no reconocerle a su equipo de trabajo los logros, los banaliza al punto
que quien queda en ridículo es él mismo, y que no se presente algún inconveniente
porque ahí si recae con toda la responsabilidad sobre el trabajador.
Con el comentario de los
borrachitos traemos a colación la práctica usual de esos personajes que llegan
a la casa enojados y dándole golpes a todo para evitar reclamos. Nada distinto a la reunión del Señor Luis
Gerardo en la que no dejó hablar a nadie para poder dar palo, trasladar culpas y
justificar su mal proceder contra los trabajadores, tratando de hacerlos sentir
que no se merecen ni las gracias. No sabiendo que esa estrategia de manipulación
psicológica además de retrógrada, es un caso típico de acoso laboral que se convierte
en un acto violento contra la persona y su dignidad, máxime cuando en su
intervención remata con: “las puertas están abiertas”.
Terminamos diciendo que al
sujeto de este escrito, el segundo apellido no le queda bien, pues por tratar
de sacarse en limpio lo que hizo fue confirmar lo que quienes con justa razón
le reclaman, y que se apoyan en las contradicciones de su intervención. Las confesiones del Señor Luis Gerardo Rodríguez
Caballero son tan claras y evidentes que lo que está pasando con los
verdaderos culpables, lo delatan y desnudan ante la palestra pública. Seguiremos
ahondando en el monólogo del embelequero y encubridor de los desvíos
tributarios de Millicom.
“La lengua es como un cuchillo afilado, mata sin extraer sangre”
No hay comentarios:
Publicar un comentario