Cabildo de Medellín,
un circo al que no le faltan los payasos
Todos los escenarios de espectáculos públicos tienen unos entretenimientos para poder amarrar a quienes asisten a dichos espacios para recrearse o distraerse un poco. La Junta Administradora Local de Medellín fuera de contar con unos malabaristas de la falsocracia y rendidores del culto a la demagogia y detentadores de un patrimonio interminable de desinteligencia, siempre tienen en la cuenta a arlequines baratos como el Señor Marcelo Cataldo Franco (léase Malevo Mataldo Manco), que sigue siendo el hazmerreír de muchos en sus apariciones en el ahora circo en que han convertido la mayoría de ediles a la duma municipal.
El payaso Mataldo, con un injertado en pinocho, se ha atrevido a decir que la mejor empresa para trabajar es la mezcla rara que le impusieron a UNE EPM Telecomunicaciones S.A., cuando los que tienen que responder son las más de 1.700 trabajadores que han salido de nuestra compañía y no un mequetrefe como el aludido monigote. Es tan descarado este badulaque que contesta lo que no le corresponde, pero lo peor no es la intromisión descrita, sino la manera mansa como los miembros de la duma municipal le creen sus argumentos. ¿Por qué no les preguntan a las miles de familias que se han quedado sin su sustento diario?
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Artículos Relacionados:Por otro lado, asegura el mencionado bufón, que los usuarios de la compañía están a gusto con los servicios que se ofrecen y se venden, cuando son nuestros consumidores los que deben hablar de la satisfacción o el malestar que tienen con los productos obtenidos. La desfachatez vuelve y hace su degenerada aparición, pues hemos perdido una cantidad desastrosa de usuarios debido a la pésima tecnología que han impuesto para salvar los intereses de la movilidad que es la de sus conveniencias. El escenario se empeora con la mansedumbre mostrada por quienes conforman la Junta de Medellín, que son los que afirman tener el control político frente a la grave situación. Si tuvieran la intención de suministrar alguna solución le preguntarían a los que han prescindido de acceder al mercado de nuestra empresa. Pero no lo van a hacer porque el propósito es obtener los sobornos que están en juego.
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Caen redondos en todos
los embustes que les repite este personaje que tuvo el descaro de solicitar un
espacio en el Concejo para pedirles apoyo y que le ayudaran mandando una carta para que se
presente la ley antimonopolio en las telecomunicaciones. Llega muy mansito,
nada que ver con el energúmeno que se sale de casillas cuando los trabajadores
piden sus derechos convencionales o le refutan alguna de las cifras acomodadas
que presenta en su show.
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Continúa el títere con
otra afirmación en la que sostiene que UNE EPM telecomunicaciones S.A. esta mal
y que no hay dividendos. Luego entonces ¿de donde han salido las partidas que
le pagan a Millicom dejando por fuera a EPM y por consiguiente a Medellín? Y
eso que otras veces les ha asegurado que la compañía va muy bien, pero como no
tenemos concejo, sino un costurero, nadie cae en la cuenta de poner a este
payaso en su sitio o trasladarlo a otro circo peor. De no ser cierta nuestra
aseveración, ¿cómo es posible que le estén girando, oportunamente, unas enormes
partidas monetarias a la estafadora transnacional? Aquí la evidencia:
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Las evidencias que nos
acompañan no nos permiten alejarnos de la verdad y de la realidad que recorre a
gritos por todos los rincones de la región y del país en materia de los
atentados infames que se le están propinando a nuestra infraestructura de
telecomunicaciones, un activo que en estos momentos es una necesidad imperiosa
de todos los estados del mundo orientados en el progreso comunicacional a que
están obligados. Lastimosamente el Cabildo
de Medellín, un circo al que no le faltan los payasos, está más concentrado
en acompañar al falsócrata Daniel Quintero en sus negocios oscuros, que en
interpretar el contexto universal que supera su brutalidad latente.
“No le tengo miedo a los de afuera que
nos quieren comprar, sino a los de adentro que nos quieren vender”
Arturo
Umberto Illia Francesconi
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